Windows ha sido la más confiable fuente de beneficios de Microsoft durante casi tres décadas. El gigante del software se está jugando todo ese éxito en lo que a su juicio es el futuro de la compañía: un Windows 8 radicalmente rediseñado.

El sistema operativo es el eje del imperio Microsoft. Sin haber atravesado una reforma importante de diseño desde 1995, Windows ha sido esencialmente una gallina de huevos de oro para Microsoft.

El año pasado, Windows ingresó más de 18,000 millones de dólares en ventas y 11,500 millones de dólares en ganancias. Por sí sola, la plataforma sería lo suficientemente grande como para colocarse entre las principales 150 empresas estadounidenses en términos de ingresos, y su margen de ganancia de 62% clasificaría entre los más altos del mundo.

Pero la gallina de Windows está empezando a secarse. Las ventas de PC se desploman. Sus ingresos han caído durante dos años consecutivos, y Microsoft está ausente de un mercado, el de las tablets, que crece a ritmo acelerado y ha comenzado a erosionar la demanda de la computadora tradicional.

Sólo unos pocos años atrás, Windows estaba presente en el 90% de los dispositivos informáticos del mundo con conexión a Internet, de acuerdo a Net Applications. Hoy, con el auge de los teléfonos inteligentes y las tablets, la cuota de Microsoft se ha reducido a dos tercios.

Apple ha vendido más de 100 millones de iPads en apenas dos años y medio. En un evento celebrado este martes para presentar una nueva línea de iPads, el CEO de Apple, Tim Cook, destacó que su compañía distribuyó más iPads en el segundo trimestre de 2012 que el total de computadoras enviadas por cualquier otro fabricante de PC.

"Este hecho ha recibido mucha atención", bromeó Cook. Y en efecto así es.

Microsoft tenía dos opciones: hacer algo radicalmente diferente para ganar el futuro o arriesgarse a una muerte lenta, apegándose a su pasado.

Microsoft eligió la primera opción y creó Windows 8. El sistema operativo diseñado con una interfaz táctil funciona como una computadora de escritorio y una plataforma de tablet, y no es difícil imaginar a Windows 8 en una gran variedad de otros dispositivos, incluyendo tableros de mesa, pantallas de pared, monitores de cocina y cualesquiera que sean los nuevos aparatos con pantalla táctil que usemos en el futuro.

"Este es un producto absolutamente crítico. Es clave para el futuro de la computación personal", expresó Bill Gates, presidente de Microsoft, en un videoblog de la empresa.

Tal vez el cambio más radical de Microsoft sea abrir la plataforma Windows a dispositivos alimentados ​​por procesadores basados ​​en ARM. Alrededor del 95% de las tablets, smartphones y otros dispositivos móviles llevan en sus entrañas microchips diseñados por ARM. A través de Windows RT, el hermano pequeño -compatible con ARM- de Windows 8 -basado en Intel-, Microsoft obtiene acceso a un nuevo abanico de dispositivos móviles.

Windows 8 encarna el intento de Microsoft de establecer el tono de los próximos años. La gran interrogante, al final, es la aceptación del consumidor.

Los analistas de la industria creen que los usuarios estarán sorprendidos y confundidos por el aspecto totalmente diferente del nuevo software. Gestos, mosaicos, pellizcos y roces reemplazan muchas de las funciones del familiar menú de inicio, que ya no aparece como tal en Windows 8. El sistema operativo no es difícil de usar, pero tiene una curva de aprendizaje.

"Microsoft está realizando cambios muy importantes en Windows, pero va a ser difícil para los clientes aceptarlos sin reservas", advierte Frank Gillett, analista de Forrester Research.

Aún cuando la apariencia de Windows 8 es muy distinta comparada con sus predecesores, sus entrañas atravesaron una reforma aún más profunda. Windows 8 ahora soporta un nuevo tipo de software de aplicación similar al de la tablet, y el único lugar donde los usuarios podrán obtener esas aplicaciones será la Windows Store.

Esa es la ola del futuro, adoptada tempranamente por Apple y Google, e ignorada durante mucho tiempo por Microsoft... hasta ahora.

"Microsoft está respondiendo a las presiones competitivas que lo han hecho repensar no sólo la apariencia de sus productos, sino también su arquitectura" señala Michael Silver, analista de Gartner. "Fundamentalmente, el modelo de aplicación que funcionó bien en la PC por tanto tiempo necesita ser cambiado para nuevas clases de dispositivos y nuevos tipos de modelos de uso".

Podría ser un cambio lucrativo. Apple y Google se quedan con una tajada del 30% de los ingresos provenientes de cada aplicación vendida en sus dispositivos. Actualmente, Microsoft no ingresa nada. Si Adobe decide lanzar una aplicación de Photoshop para Windows 8 a través de la Windows Store, Microsoft se embolsaría un porcentaje de esas ventas lucrativas.

El éxito financiero que obtenga Microsoft con Windows en los días por venir bien podría medirse en aplicaciones, tanto o más que las ventas del sistema operativo. Eso supone una ruptura radical con la forma en que la compañía ha operado durante décadas.

¿El problema? Si el desarrollo de aplicaciones para Windows no se dispara, el plan maestro de Microsoft está en riesgo.

"Microsoft fracasará si no puede convencer rápido a los desarrolladores de adoptar Windows para futuros desarrollos de aplicaciones, especialmente para aplicaciones de consumo", expresa Silver. "Microsoft ya llegó tarde a la arena. No tiene el tiempo a su favor".

Fuente: cnnexpansion.com